lunes, 15 de noviembre de 2010

Le moulin


Pasamos por Le moulin temprano, tan temprano en la tarde que aún faltaba para mirar el atardecer en aquella rambla abandonada como nunca. Te tenía junto a mi en el auto y aún así sentía que te extrañaba, no sé por qué. Tal vez por esa concurrencia de pensamientos fatídicos que sigue en mi mente a la belleza, siempre arremolinados, siempre confusos. Ya me has dicho que me distraigo fácilmente (perdón).
Entre el ruido de algún motor casual, demasiado intenso y veloz como para llegar a molestarnos, nos llegó el sonido de un acordeón y sentí ganas de llorar. Me recordó a gente lejana como ese sonido, gente que tal vez sea hoy feliz, o no - eso no me importó, sino regodearme en mi amargura-. Habría preferido los ladridos de perros. Me preguntaste por qué me sentía mal y fue automático. Lo supiste y lloraste, o mejor, amagaste llorar, también, y sin que respondiera.
Nos fuimos más tristes que nunca. Yo ni siquiera miré el mar. Intenté distraerme con unos gatos adormecidos en una de las ventanas del molino, que cada tanto cambiaban de postura, pero indefectiblemente terminaban por echarse y volver al sueño. Ignoré el mar y la puesta de sol. Vos me ignorabas a mí. Cuando llegamos a casa tomaste todas las píldoras que encontraste. Yo encendí el televisor.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Antes de la fiebre.

     A veces también salgo. A veces también miro el mundo desde afuera. Es mi primera foto en este Blog, y por primera vez, es una foto donde yo soy la protagonista. Me identifica mucho de ella, pero sobre todo, la vista atenta y curiosa a mi alrededor.